Historia Corta Zarpitas y Animal IV
Saray me levantó en brazos y me llevó al sofá. Era increíblemente fuerte, sus musculosos bíceps se marcaban a través de su camiseta, pero estaba tan aterrada que me daba miedo mirarla. Sólo pude hacerme un ovillito y pegar la mayor parte de mi cuerpo al suyo. Supuse que Saray no estaba entendiendo nada. Me dispuse a contarle todo, pero al repasarlo mentalmente de mi boca salió un quejido y no una explicación.
Lloré durante media hora más, después, me quedé tan agotada, tan vacía de lágrimas y tan aterrada que me dormí. Cuando me desperté me sorprendí de no haber tenido ningún tipo de sueño, lo cual era bastante raro en mí. Tres cosas ocurrieron a la vez: Mi ansiedad proceso más rápido de lo que mi depresión me permitía pensar que no estaba sola, segundo, olí a café y tercero, Animal estaba ronroneando en la puerta de la cocina. Cuando me di cuenta de que era Saray quién debería estar detrás de mi y no lo estaba...me intenté girar, pero en mi brusco movimiento y siendo bastante torpe, me caí al suelo.
Saray apareció con una sonrisa y una taza de café.
+Buenos días, bichito rodador
-¿Buenos días? ¿QUÉ HORA ES?¿Has dormido aquí?
+Son las 4 de la mañana, y me quedé dormida en el sofá, cuando dejaste de llorar. Lo siento.
-No, No, No, no era esa intención, era por ubicarme. Lo siento, no quería que pensaras que te estaba echando.- dije levantándome del suelo.
+¿entonces no me estás echando?- Dijo con media sonrisa.
-No, puedes quedarte cuando quieras. Es raro, pero me gusta tenerte aquí, y no he tenido sueños feos...-Dije disminuyendo más la voz hasta que el último tramo de la frase sólo resonó en mi mente "así que eres como un atrapasueños de la suerte"
+Creo que Animal tiene hambre, no para de frotarse con la puerta de la cocina y con mis piernas.
Me reí, me reí por su escaso conocimiento sobre gatos, es cierto, pero también por su inocencia y su valor al estar en ésta casa en la que no se sabía mover.
-No, Animal tiene comedero automático, es como una caja grande transparente con un cuenco debajo.
+Entonces... ¿Qué le pasa?-Preguntó Saray con una curiosa cara de confusión.
-Nunca has tenido gatos, ¿verdad? Lo que hace es marcarte y mostrarte su afecto. Ahora eres parte de su familia.
+¿Y lo soy de la tuya? Y...¿ de la de Zarpitas?
-A Zarpitas le debería dar el subidón nocturno pronto, así que lo sabremos cuando se despierte. ¿Puedes mirar si está en el árbol? Es como una casetita con muchos tronquitos de cuerda de sisal. Mientras iré a por café, ¿vale? Huele tan bien...
+Claro, reina, sírvete, he hecho mucho. ¿Dónde debo buscar el bonsai de Zarpitas?
-Jajaja el árbol está en la habitación de detrás del salón. Es la de los gatos y un poco mi madriguera, así que no te asustes.
Sabía que Saray nunca había pasado del salón y que esa habitación le gustaría, estaba preparada para los gatos, con árboles en cada esquina y por las paredes maderas y hamacas para que pudieran tumbarse. En el centro tenía una alfombra y la pared del norte tenía una mesa con un ordenador portátil. Nunca me gustaron los sobremesa. Mientras cogía mi café y me lo servía oí un miau de Zarpitas, así que fui sin café y sin taza a ver qué pasaba.
Me encontré a Saray hablándole a mis gatos sobre que no debían pelearse y que tenían muchos "Bonsais" para trepar, que podrían compartirlos y no discutir por ellos.
Zarpitas siguió maullando y Animal empezó a correr hacia Saray para rozarse con su pierna.
Parecía todo tan normal, tan de todos los días que se me calentó el corazón sin necesidad del café.
Comentarios
Publicar un comentario