Capítulo 3
Los lobos me miraron y dijeron:
+Este es el nombre revelado, nuestra misión ha terminado, pero es luna llena. Nosotros sabemos controlarnos pero ellos...
Un aullido respondió a su advertencia. Notaba la sangre fluir entre las paredes. Sin más, dije:
-Me gustaría quedarme a charlar pero alguien está intentando matar a vuestra hija.
Quite el sello y abrí la puerta, justo cuando un lobo intentaba salir con el manto lleno de sangre. Su olor me decía que era su sangre y no la de Ella, por lo que le dejé ir. Pero algo me intrigaba aún más. Cerré la puerta tras de mí y la sellé.
Era cierto que los hombres lobo en luna llena perdían el control más fácilmente... pero de ahí a buscar atacar a su hermana... a no ser que no fuera su hermana real, a no ser que la maga dijese la verdad.
Olí la casa, olía a miedo, a excitación por la cacería. Pregunté a la casa por dónde estaba escondida Nadia/Sandra, y la casa me respondió con el lugar exacto en el que estaba el intruso. La sangre de la pared era suya. Estaba en un pasillo del piso de arriba, éste no se parecía en nada al de piedra de la despensa, si no que era más sofisticado. Un pasillo con cuadros muy valiosos. Mientras pensaba en ello subí corriendo las escaleras, en 0.03 segundos había llegado a dónde estaba el intruso, pero no estaba vivo, ni sólo.
Un primer disparo me alcanzó el hombro, después de eso recuerdo el escozor de la plata y el fuego del odio que me recorría. Nadie más estaba allí. Nadie había sobrevivido, puesto que el cazador que había entrado por el pasillo de la casa, ahora estaba muerto. Su sangre no olía a limpia, así que sería mejor no tomarla.
Cuando volvía hacia la entrada encontré a Nadia/Sandra con un puñal, mirando fijamente a un punto lejos de mi. "Si le hacéis daño, si intentáis volver a cazarla, me mataré. ¿Oído? Ella me pertenece" Aquello me impactó, no era a mi niña a quién buscaban si no a mí.
Corrí sigilosamente hacia atrás a un ritmo claro de miedo, pero yo no sentía miedo, lo que no quería era tener que pasar saltando o volando por encima de la pequeña que me acababa de reclamar como suya. El sello de la puerta había sido abierto, el tacto de las paredes de mi casa era de una magia diferente a la mía, pero que intentasen usar mi casa contra mi pareja...aquello me enfureció. Mis ojos volvieron a ser negros.
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