Capítulo 4
Querían que supiera que los lobos que eran su familia estaban muriendo para luego saber que irían a por ella. Cuando mis ojos se volvían negros absolutos, nada ni nadie se salvaba. Confiaba en que, realmente, la loba fuera mi pareja si no... todo acabaría igual de rápido que comenzó.
La casa comenzó a temblar, las piedras sabían qué magia les convenía. Si estaban temblando era porque querían sacudirse la magia del Otro de encima. Rápido, quizás demasiado, partí el cuello a la maga. Los lobos aullaron por el miedo y seguí buscando al que se suponía que era su hijo con su hija. Mi velocidad me permitía repasar cada habitación antes de que se hubiera abierto y cerrado la puerta, por lo que en menos de 5 minutos ya había revisado la casa entera, sólo quedaban dos pasillos ocultos.
En uno de ellos se podía oler la sangre, pero no podía confiar en que no fuera una trampa, en los milisegundos que dudé, recordé que debería quedar únicamente un intruso, si levantaba la casa, podría verlo. Las piedras ya no temblaban, puse una mano en la puerta del pasillo y las piedras me reconocieron como dueña de la casa, me mostraron todo lo que ocurría en aquel pasillo. Nada... no había nada.
Me giré para tocar el siguiente, y en aquel, pude reconocer el olor de Nadia, ambos pasillos se interconectaban pero no deberían saberlo. Así que fingí que elegía el que tenía Su olor y me cercioré de que la entrada al otro pasillo quedaba cerrada. La maga había muerto y el cazador igual, ya nadie debería poder abrir los sellos. Me lancé hacia el lobo que quedaba...inconsciente. Nadia le había dejado inconsciente. Aquello me pareció entre extraño y poderoso. Ella solamente dijo medio llorando: Me ha intentado...
Y ya le partí el cuello.
Me daba igual lo que hubiera intentado, nada bueno era.
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