Chica Dinamita

 


¿Qué es ser una chica Dinamita? 

La chica Dinamita no es siempre delgada, o viste de rojo, no. De hecho…no es una sola. 

La chica Dinamita a veces es un chico, a veces es un chique y a veces no sabe quién es. 

La chica Dinamita no tiene miedo…bueno, sólo uno. VIVIR. 

A la chica Dinamita le han puesto el apodo de PS, Potencialmente Suicida. Y eso, en sí mismo, no le molesta, pero tampoco le agrada, le molesta el hecho de que si un perro sigue siendo PPP( PERRO potencialmente peligroso)...Ella, que en teoría tiene la misma dignidad y más derechos y deberes frente a la ley, debería ser llamada Persona Potencialmente Suicida. 

Pensándolo bien… entiendo a esa chica Dinamita. Quizás porque soy como ella. De mecha corta, a prueba de fuego y lista para explotar. 


¿Con quién se compara una chica Dinamita? 

Esta pregunta es muy simple… con cualquiera. 

La chica Dinamita tiene una preocupación mayor, la chica Dinamita tiene un secreto escrito a papel rajado, con lágrimas de tinta roja y lo más importante, invisible a la vista del resto de ellos ... .del resto de “Mortales”. 


¿Quién es la chica Dinamita?

La chica Dinamita no es que sea un ser de Luz, aunque mucha gente se lo diga, tampoco es un ser de averno, aunque sienta que ahí pertenezca… No. Su condena se mantiene firme en la Tierra y su victoria, sea cual sea, será en un lago. Un lago donde veo mi reflejo… y éste me pregunta:

¿Qué es la muerte? Lo primero que pienso es : un lugar apacible. Se parece a este lago silencioso en el que me hundo, o una pradera verde donde el foco de todo peligro soy yo y me da igual. Ya no corro, ya no huyo. Me dejaría caer libremente dentro de ese agua, no haría ruido, esa sería mi promesa. Descender, poco a poco hasta el inframundo...ya saben lo que dicen..."No habrá paz para los malditos" y yo... Sigo hundiéndome sabiendo que cuando mi cuerpo toque el fondo, no volverá a haber paz. Así que sólo me queda esta leve inconsciencia. No me atrevo a recrearme demasiado en ella, no fuese a ser que me gustara. Como un pecado muy grande, como una ruptura de las leyes que merece pena capital , escondo ese deseo en un rincón de mi mente. Donde el prado, y el agua se vuelven un sitio al que meditar, al que ir en la lejanía pero no pisar. 


Y es que ... ¿Por qué iba yo a querer morir? Tengo amigas, pocas, pero las necesarias. Tengo apoyos, los justos para no caer. Tengo más de lo que necesito y aún así, siento, que en ese vacío del todo y el nada, me ahogo y me hago chiquitita. 


¿A quién escribiré la última carta? Me paso la vida despidiéndome pero la muerte nunca se acerca. Nos pasamos (los pequeños suicidas en potencia) cambiando el peso de la balanza toda la vida. Cambiamos un descansa por un duerme tranquila porque…” ya descansará cuando haya muerto”. Cambiamos un grito por una caricia porque...ya habrá lugar para la furia cuando el mundo se destruya. 

Y así, poco a poco, las costumbres se vuelven algo que te recuerdan, lentamente, que estamos hechos para morir. Pero... Aún así, me levanto de éste lado del pasto y veo a mi equipo haciendo equilibrismo. El mismo que yo. Miro en el reflejo y les veo tambaleantes tirándome una cuerda. Por si acaso, por si fuera hoy...pero no, hoy no. Simplemente me levanto, les veo y recuerdo que cada una de ellas sufriría mi muerte. Unas como un fracaso. Otras como un dolor, el de una amiga muerta. Otras... Como el relámpago que no cesa.... iluminando pero cegando, avisando del rayo que te quiebra, pero sin llegar a sentir nada más que anestesia.

Así que, lentamente, me despido del lago que me apacigua, y vuelvo al frondoso bosque dónde hay tormenta… Dicen que la vida es eso, aguantar el chaparrón pero si todos aguantamos el chaparrón ¿Por qué mi lago sigue sin tener lluvia con granizos y el prado se sigue viendo igual de inmortal? Cada charco que crea la tormenta, es un pequeño lago para algunos pero para otros… les miro a los ojos y veo esa nostalgia del hundirse, del dejarse llevar río abajo.

Voy dándoles apoyo a todos los que veo que quieren saltar pero algo dentro de mi se para cuando veo una chica sentada, está fuera pero dentro. Está dentro del charco, pero fuera. Y me pregunto si habrá encontrado el equilibrio. Me acerco, lentamente, para no hacerle más grande su charco con las gotas del mío, y cuando ella me nota, y me permite sentarme, me apoyo en el borde de forma precaria. No es tan profundo como para no notar el fondo, pero casi lo noto con los dedos. 

Sin mirarme me dice mucho. Me dice que está allí atrapada. Que no puede saltar y morir, pero tampoco puede vivir y fingir que no desea estar aquí. Así que simplemente espera…espera a que el tiempo pase. Tranquilamente, veo que sus pies ya están fusionados con las algas, las hay enredaderas, las hay brillantes. Antes de que me pase a mí, y con una prisa extraña me levanto. 

“Hoy no puedo quedarme, voy a salir” y la chica más que Dinamita, sería Charca responde : “Corre, si tienes a dónde ir, si no…siéntate y mira a tu alrededor” y, antes de correr a la tranquilidad que me da mi prado, vuelvo a mirar. 

hay un petirrojo, es bastante lindo, pero no se acerca al prado, es como si quisiera alejarse de allí. 

También hay una especie de colibrí que no para quieto, vuela incluso en el sitio, como metiéndome prisa porque me levante de esa charca. 

Cuando miro mis pies veo pequeñas algas arremolinándose en ellos y lo entiendo, si me quedo quieta, seré parte de esa charca. No de mi lago, no de mi. 

Me levanto, me cuesta menos de lo que pensé pero aún así debo hacer un esfuerzo titánico, y una vocecilla me dice…siempre puedes usar la pólvora, echarlo todo por los aires y boom ver qué pasa. 

Pero un pequeño susurro helado me recuerda que explotaría a los pájaros. Que no habría tiempo de huir y que todo el manglar se vería afectado por el impulso de una chica de ciudad que quería dejarse caer a ver qué pasaba. 

y en su mente recuerda “Dejarse llevar…suena demasiado bien” y busca poner la canción. 

Se para y la mecha que iba a encenderse ya no está. Al abrir los ojos teme no encontrarse de nuevo con sus amigos los pájaros, pero sí, allí están. 

Le ayudan a cantar y gritando “Llueve en el canal…” vuelve a llover pero no, esta vez toca caminar. 

Con la canción de fondo empieza a bailar, a danzar bajo la lluvia con el petirrojo que sin dudar empieza a volar. El colibrí no puede parar quieto de la alegría que siente en su pequeño corazoncito. Podría ser eterno este momento. 

Y te creo cuando me dices que en nuestra mente, siempre lo será.

Pero, nuevamente una punzada de… “así es como quiero que me recuerden, bailando al son del mar” 

Ninguna persona Dinamita quiere sufrir, ninguna Dinamita quiere explotar porque sí. 

Pero, a veces, encendemos una pequeña mecha, en el momento equivocado… el interruptor es encendido y nunca apagado. Porque parece que no se puede, porque sientes que si soplas lo avivas y si no  te consume lentamente. Por eso no te diré que descanses, si no que te mejores siempre, que te acuerdes como eras ser fan de John Boy y de Vetusta Morla, que recuerdes que pudiste una vez ser feliz, y que cuando sientes, lo sientes lo suficiente como para alimentar la cuerda que ahoga la mecha. 

Chica Dinamita, no te diré que correré a tu favor, ni en tu contra. No, no correré, me quedaré quieta. 

Al final tú y yo somos iguales, pero diferentes. Al final tu mecha, ahora mojada por la lluvia, asegura que no prenderá. Ha estado cerca, pero no lo suficiente…o quizás demasiado cerca. 

Y pones Amaral, porque “Hoy es el principio del final” porque si pudieras ser algo más…serías. Porque si pudieras ser diferente, serías. Y,  sin darte cuenta miras tus pies, humillada porque odias ser cómo eres. Pero escuchando la estúpida frase de “te prometo que no voy a llorar” empiezas a correr, a correr sin mirar dónde, sólo alejándote de ese lugar, sólo buscando un río que aún corra con agua sin estancarse, un Sol que alumbre, y viento que guía los mechones de tu pelo hacia el revoltijo del bosque natural, a enredarse con la libertad y dejar la perfección atrás. 

Muchos se quedaron, puede que tú te quedes atrás, pero hoy, chica Dinamita…”Pon la música tan fuerte que no pueda pensar” porque tienes que correr en libertad, hasta cansarte, hasta dejar tus converse llenas de barro y que te de igual. Estamos hechos  para brillar, pero no te das cuenta que eso te sale natural, que no te tienes que esforzar. Eres perfecta tal y como eres Chica Dinamita, con el pelo lleno de ramitas, la mecha corta pero mojada, la pólvora preparada y sobre todo los pájaros cantando a tu lado, porque no estás sola y ya nunca más lo vas a estar. Aprendiste a luchar contra tu peor enemigo, tú misma y lo mejor es que aprendiste a ganar. 


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